Me miró y me preguntó: "¿Y tú, Manuel, que tienes en el corazón?"
Pues en el corazón tengo un anhelo, un sueño y un deseo. En mi corazón hay un jardin, un jardin de jazmines que bañan el verde de blanco. En el centro del jardín hay una casa, una vieja casa colonial de varias alas y muchas habitaciones... Es la Casa del Olvido.
En esta casa viven todas las personas a las que más he querido, y cada una de ellas tiene su habitación y su momento. Cada persona que para mi ha significado algo vive aquí y vive en paz conmigo. Su vida es distinta, pues cada habitación es un momento del tiempo, un lugar del mundo, y nada tienen que ver los unos con los otros.
Al entrar en mi hogar a la izquierda, está el primer cuarto, donde vive mi abuelo. Su habitación es el salón de la casa que teniamos en Cieza y el hace alli toda su vida. Cuando yo no estoy visitandolo su mujer vuelve a vivir, y ambos vuelven a tener 30 años. Todo el amor que guardó en su vida desde que ella falleció se lo está dando, Esos 40 años que se pasó solo sabiendo que ella alli le esperaba valieron la pena, pues era cierto, ella estaba alli,y jamás se arrepiente ni un solo dia de no haber estado con otra persona. Es tal el amor que sienten, que se miran todo el dia y sus manos no se separan ni un solo momento. Excepto cuando yo vengo de visita. En ese momento que se abre la puerta mi abuelo se sienta en el sillón donde siempre se sentaba frente al televisor y al lado de la ventana, y yo al mirarme las manos descubro que vuelvo a tener 6 años. Vuelvo a caber en su regazo y vuelvo a acomodarme y a quedarme dormido escuchandolo respirar. Su colonia sigue oliendo igual y sus manos me siguen acariciando el pelo... En el arrullar de su pecho pasan los siglos hasta que despierto, y el me despide sin miedo, pues sabe que mañana volveré a verlo...
Al salir del cuarto de mi abuelo, a la derecha de la entrada está el cuarto de mi padre. Allí el vive joven, vuelve a tener 35 años y es fuerte como siempre ha sido. Le acompañan allí siempre todos sus hijos, y jugamos juntos alrededor suya, mi hermano Manuel me coge de la mano y me habla, mi hermano Guillermo nos mira y nos abraza. Mi hermana Isabel, se sienta en el sillon y se duerme acariciando una almohada y apoyando su cabeza en Beatriz. Sandra está en su cuna, y me acerco a meter mi dedo en la palma de su mano. Allí mi padre es feliz, pues nos tiene a todos con él, alli vuelve a sonreir todos los dias y se vuelve a sentir fuerte. Sabe que le amamos como no se puede amar a nadie en el mundo y el nos ama y nos protege. Nada me puede pasar, nada me falta en el cuarto de mi padre. A veces le visita su madre, y es entonces que él puede enseñarle sus niños a su madre, nos sienta en su regazo y nos canta las canciones que le cantaba, cuando pequeño, a mi padre. Él, está orgulloso, es lo que siempre ha deseado, pues está ahí su madre y le ama, y está ahi su padre y también le quiere.
A veces salgo de este cuarto, jugando con mis hermanos y me veo solo en la puerta. Puedo ir entonces a un cuarto que hay en el centro a la izquierda. Allí hay una bañera en la que me baño y en la que nunca se me arruga la piel de los dedos, la espuma la cubre entera y apenas puedo sacar la cabeza. Hay una silla al lado, donde se sienta mi madre y me canta que tenemos que ir al Sagrario, que Jesus llorando está, me dice que cuando me vea sonriendo, muy contento se pondrá. Le cuento lo que he hecho ese dia, y ella se rie y me abraza, allí no le falta nada. Ademas, del otro lado de la bañera le esperan sus 13 hermanos y su madre, mi abuela se sienta en su sillon y cose mientras ellos dan vueltas alrededor de ella. Allí nunca nada le sucedió a nadie, alli no existe la envidia y pasan el dia amandose como hacen los niños. Las ventanas del cuarto de mi madre dan todas a la selva de Venezuela, y mirando al horizonte ella sabe que está en su casa.
Hay otro cuarto, donde duermen mi hermano Guillermo y mi hermana Isabel. En este cuarto dormimos los 3 juntos y nos amamos. Aquí no está nublado mi corazón y sé como amar a mi hermano, como aceptarlo y quererlo como nunca supe hacer cuando era niño. Aquí él es, como siempre ha sido, mi mejor amigo. También paso tiempo con mi hermana, que no le da verguenza darme la mano y me pide que le lea historias antes de dormirse. Aquí el tiempo tampoco pasa, aquí dentro nunca crecemos.
Fuera de este cuarto hay unas escaleras que suben al segundo piso. Es un piso enorme en el que hay solo 2 cuartos... En uno de ellos duerme una niña que se llama Marta, y es alli donde podemos ser amigos. Su corazón anhela lo que el mio, y en su amistad y su cariño se me regocija el alma. La veo sonreir, y es en esa sonrisa que toda ella cobra sentido.
En el otro cuarto vive Laura, y es un cuarto lleno de ventanas. Por estas ventanas siempre entra el sol, incluso cuando llueve, y siempre me limpian de miedo el corazón. Aqui no temo nada y la puedo mirar como siempre quise mirarla, lleva un vestido azul, hermoso como el cielo y de volantes con tablas. Cada vez que entro en la habitación me sonrié pues sabe que aquí es donde me duerme el alma. Ella vive conmigo alli, cuando puedo estar con ella, sin parar de reir y me ama como siempre ha hecho, sin reservas. Sus besos son el agua de las plantas y sus caricias el crepitar de las persianas. Aquí, la luna tiene mil caras, las estrellas son almas y el fin no es el fin pues el tiempo nunca lleva reloj... Ella, aquí siempre fue para mi lo que era en mi corazón, el mundo, el universo, y jamás la he tratado como ninguna otra cosa. Aquí, el don de amar, tiene sentido.
Hay otras escaleras que suben a un tercer piso... Un tercer piso donde no me atrevo a entrar todavía y donde me espera Él seguro.
Fuera de las ventanas del cuarto de Laura se ve el mar, que no es el mar, si no un sueño que acaso soñé mientras dormía. Ese mar me invita a navegar y me visto el pelo de guirnaldas. Mi barca con su unica y roida vela está aqui atracada, y sé que viaje donde viaje, tendré aqui donde atar los cabos de mi carga.
Yo sé que esta casa existe, y que Dios la ha construido para mí. Espero poder pasar allí el resto de mis dias. Nadie jamás podrá decirme que no existe el alma, pues aquí me la he vaciado.
