domingo, 11 de abril de 2010

A Jugarse la Boca

O a eso jugaron cuando tenian ganas de jugar. Buscandose desde ambos lados de la barra de una bodega de barrio, que no de centro. Uno, de alma vieja, pero mente joven, iba disfrazado de chaval, haciendose pasar por camarero adolescente. La otra, con ojos como almendras, con el pelo suelto y rubio, busca ese par de brazos entre los que perderse.

El no puede callarse, cuenta todo y nada en rapida sucesion, su voz engancha pero repele, hiel con sabor a jengibre. La de ella es preciosa, se explica por miedo a que no la entienda, aunque su mirada cuenta, de memoria, lo que ella no expresa. Y asi pasan los minutos, quizas se rocen una mano, casi sin querer mientras que el rubor les sube a las mejillas, que historia mas tierna y dulce se escribe entre ellos, mientras siga abierta la terraza de verano.

Al final, él termina, se despoja de un trapo que tiene colgado del cinturon y sale de la barra, es más bajito de lo que parecía detras de ella, pero aún asi sus ojos quedan por encima de los de ella. Esa distancia que los separa se vuelve mas corta, no se tocan todavia, pero la cercanía es física ya. Su perfume, que el antes había apenas asimilado ahora lo emborrachaba, lo llenaba. A ella, su respiracion y, quizas, su leve olor a sudor mezclado con colonia le pareció subitamente hermoso.

Entonces sucedio la magia, fue leve, un roce, a mitad entre la mejilla y los labios. No pudo durar mas de 4 segundos, pero parecía un mundo.

Mientras tanto, en otra esquina, quizas no tan lejana, otro chaval ya ni se entera de lo que le estaban contando.

Los mira, muerto de celos, y sonrie.

viernes, 9 de abril de 2010

¡Este pajarito ya se ha ido!

"Ese Pajarito ya se ha ido"

O eso me dijo aquel señor en la recepcion, esquivando mi mirada, con una sonrisa nerviosa mientras se frotaba ambas manos.

"No me joda" Pienso.

"Muchas gracias" le contesto

Pero vamos, que yo ya sabía lo que me había dicho. Me había dado cuenta hace solo dos horas, mientras me despertaba, quitandome el entumecimiento que me habia dejado en la nuca el dormir toda la noche en la bañera, y resultó que estaba mas solo que la una. Fue en ese momento cuando la vi volar. Batiendo sus alas de chal de seda la ví montarse en un taxi que le ha parado un hijo de puta. De nada sirvio desgañitarse gritando por la ventana, pero igual lo hice.

"Que rapido va la muy cabrona" recuerdo haber pensado cuando me dí la vuelta para volver a enfrentarme al cuarto. Recuerdo tambien darme cuenta de que el entumecimiento que yo achacaba al marmol quizas tuviera tambien algo que ver con la botella de vino vacio que aun yacía volcada sobre la colcha. O quizas tuviese algo que ver con la mancha "rosa ajada" que habia en el cuello de mi camisa.

En fin, una mañana como dice un amigo mio, legendaria...

Hasta que bajé a recepción y me hicieron la cuenta.

Por un momento hasta creí que me hablaba en pesetas el perverso frotador de manos...