lunes, 2 de agosto de 2010

Mis Poemas, se han ido

Se los ha llevado esa cualquiera. Una mañana como cualquier otra, una cualquiera como cualquier otra...

Se los ha llevado, mis poemas, joder, no soy ningún shakespeare pero eran mios.

¿No podía llevarse mejor esa botella de bourbon?

¿Esos 40 euros que asomaban en mi cartera?

¿Esa ridiculez de tarjeta de crédito?

No hubieses preferido mi camisa, tirada en la esquina, borracha todavía, pero de seda... No hubieses preferido cualquier otra cosa, ¿mis discos quizas?

No te das cuenta de lo caprichoso que fue Dios al crearnos a todos, al jugar a ser eso que solo el puede llegar a ser, a jugar ser clarividente e irónico, a jugar a crear poetas.

A desperdigarlos por el mundo, a darles cada uno un atisbo de talento, una burda y mísera sombra de la ficción que otros derrochaban hasta con desgana, que hombres de menor valía esgrimen con soltura.

¿No te das cuenta, lazarilla del diablo, que aunque Dios se hartase de crear poetas...

apenas creo poesía?

Y tú te la has llevado, al decirme que no me quieres. Te los has llevado todos. Me has dejado una vez más tirado e insípido, mezclando palabras por rimas insulsas e insultantes, concentrandome tras papeles eternamente blancos; Conjugando verbos circulares que no se mueven en círculos, sino que siempre en espiral, llevándome a tus ojos. Verbos ligeramente en pendiente, por los que vas precipitandote, cada vez a mayor velocidad, aporreando las teclas gastadas de un teclado acostumbrado a mentir, acostumbrado a embelesar mas que a revelar nada...

Una pendiente que me lleva a decir algo que aún no quiero decir. A susurrarte al oido lo que me sugiere que te diga la luna pero me prohibe mi mente...

No, no estoy preparado, y aunque parezca mentira ahora lo veo claro.

No te lo diré jamás, ese momento no llegará nunca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pequeño poeta que crees vislumbrar, a veces, la luz al final del obscuro túnel. ¿No te das cuenta que volverá a cambiar tu parecer?
Apenas infieres aquello que tú mismo deseas y se disipa raudo cuando abre la boca, creando mil nuevos motivos.

Pequeño poeta, insensato, nunca digas nunca.