En busca de la cuenca más profunda,
en la fuente, lenta y perezosa,
desbordando, por lluvia tormentosa,
el suelo congelado de la tundra.
Cuando se crea haberla domado,
y el esfuerzo caiga en el olvido
desdeñando el cauce dibujado,
el agua siempre encuentra su camino
Si construyes diques, muros y barreras,
el tiempo los termina desmontando
riendo mientras tumba los ladrillos
mejor nadar y beber a manos llenas,
agua, que siendo fresca, va matando,
con veneno dulce de beso de membrillo.
Manuel Dato
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